El Canfranc y Europa

 

La baja participación habida en las recientes elecciones muestra que el entusiasmo europeísta de los españoles se está transformando en escepticismo. Y no faltan razones.

La entrada de España en la Unión Europea hizo concebir a los aragoneses la esperanza de que nuestra reivindicación de recuperar el ferrocarril de Canfranc, cerrado en Francia desde 1970, iba a encontrar el escenario adecuado para hacerse realidad. No solo porque el aumento de los intercambios precisaba de nuevas vías de comunicación, sino porque la sensibilidad que la UE mostraba hacia la protección del medio ambiente daba alas a una pretensión que significaba privilegiar al ferrocarril, más respetuoso que la carretera con un medio natural tan frágil como el Pirineo.

La Coordinadora para la reapertura del ferrocarril Canfranc-Olorón (Crefco) entendió que debía llevar sus planteamientos ante esas instancias y, junto al alcalde de Canfranc y a los compañeros franceses del Créloc, fuimos a hablar con responsables del Parlamento y de la Comisión Europea. No fue difícil que entendieran nuestros planteamientos; tanto los eurodiputados como los técnicos e incluso dos comisarios de Transportes se convencieron de su bondad e incluyeron la reapertura en el Libro blanco sobre el transporte en Europa. La UE iba a reabrir el Canfranc, creímos.

Con semejante impulso, pareció consecuencia lógica la decisión franco-española de reabrir y modernizar la línea antes de 2007. Pero bastó un cambio electoral en Francia para que el acuerdo quedase en papel mojado. Para justificar su marcha atrás, el nuevo Gobierno conservador encargó unos estudios complementarios que triplicaron el coste previsto de la reapertura. Ni siquiera la sintonía entre ambos gobiernos sobre Iraq, tras la derrota del PP el 13 de marzo, ha cambiado la decisión francesa.

España sigue estando al sur de Francia y nuestros vecinos prefieren mirar hacia el norte. Igual que hacemos nosotros, porque: ¿A quién le preocupan nuestras comunicaciones con Portugal o con Marruecos? Pero, entonces, ¿qué queda de Europa?

Mientras tanto, se habla una y otra vez de la travesía central de los Pirineos (TCP), de construir una nueva línea ferroviaria que atraviese la cordillera mediante un túnel de más de 40 kilómetros; el que aquí ha dado en llamarse Vignemale.

La reapertura del Canfranc o la TCP no son proyectos contrapuestos; ambos tienen el mismo objetivo, abrir un nuevo paso ferroviario a través del Pirineo central, y solo difieren en su volumen (la capacidad del Canfranc es de 3,5 millones de toneladas y la de la TCP de 30), en su plazo de ejecución (tres años el Canfranc y de 25 a 30 la TCP) y en su coste (500 millones de euros el Canfranc y más de 5000 la TCP).

Pero hay que añadir otras diferencias: las veces y la contundencia con que los responsables políticos de Aragón hablan de uno y otro proyecto (la TCP gana de calle), y el dinero que se dedica a promocionarlos (solo la TCP dispone de una fundación con presupuesto generoso). Así, se corre el riesgo de que, hablando de una hipótesis (la TCP), se olvide lo único realizable a corto plazo (el Canfranc). Ante tan escasa presión, no es extraño que el ministro francés de Transportes, en su última entrevista con su colega española, se escudara en su elevado coste para no reabrir el Canfranc.

No debe olvidarse que la reapertura del Canfranc ampliaría en un 50% la capacidad del ferrocarril para el transporte traspirenaico. Ni que la tendencia a la baja del transporte ferroviario de mercancías en Europa y la crisis del túnel de la Mancha no permiten ser optimistas sobre la TCP.

Solo la reapertura del Canfranc permitiría, además de evitar el paso de camiones por el Pirineo, reactivar el ferrocarril entre España y Francia, paso imprescindible para que el aumento de la demanda abra posibilidades a un proyecto más ambicioso. Pero, si no se reabre el Canfranc, que nadie se engañe, no habrá TCP. Ni por el Vignemale ni por ningún otro lado.

           

Luis Granell Pérez

(Representante de la Fundación Ecología y Desarrollo en la Crefco)

 

(Publicado en la revista QRITERIO ARAGONÉS en junio de 2004)

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