Presumir sin razón

 

Hace falta cara para ir a Francia, como fue Marcelino Iglesias el pasado jueves, a sacar pecho con el Canfranc. Hace falta cara para presumir delante de los franceses de que los trenes españoles llegan a la estación internacional dos veces al día, cuando tardan cuatro horas y bastan unas cuantas jornadas de lluvia para que algún desprendimiento corte la vía. Hace falta mucha cara para presumir de que el Gobierno de España ha invertido 100 millones de euros en la línea y justificarlo con datos falsos.

Iglesias afirmó en Olorón, delante de la prensa, que se invirtieron 25 millones de euros en la variante de Huesca, cuando costó 22,4. Dijo que los trabajos entre Caldearenas y Jaca habían costado 30 millones, pero costaron solo 11,5. Dijo también que se habían invertido 20 millones en el mantenimiento de la línea, cuando sumando todas las actuaciones de los últimos años (mejora de estaciones, pasos a distinto nivel y renovación de vía) se han invertido menos de cinco. También se atrevió a contabilizar lo gastado en la estación de Canfranc como inversión en la línea, cuando el edificio no servirá para el ferrocarril. Y, por cierto, dijo que esa suma asciende a diez millones, cuando no ha pasado de ocho.

Saquen la cuenta y verán que lo que España ha invertido en su parte de la línea de Canfranc en siete años asciende a 38,9 millones de euros. Casi la misma cantidad que Francia ha invertido (35 millones) para renovar la vía entre Pau y Olorón, pero en solo seis meses. ¡Y encima Iglesias fue a Olorón a presumir!

Faltaría a la verdad si dijera que nuestro país es el culpable de que el Canfranc lleve 41 años cerrado, pues es en territorio francés donde la línea está cortada y, salvo en la época del ministro Gayssot (1997 a 2002), nunca el Gobierno central francés ha mostrado interés en recuperarlo. Pero por eso precisamente el español debería estar reclamándole siempre su deuda, su incumplimiento de los tratados que ambos estados firmaron a principios del siglo XX para que los trenes pudieran pasar bajo el Somport. Pero no es eso lo que ha hecho el Gobierno de España salvo unos pocos meses, cuando el ministro Álvarez-Cascos creyó en el proyecto y puso en marcha todo lo necesario para que la vía de ancho internacional llegase desde Zaragoza hasta la frontera. “Esa será la mejor manera –nos dijo al entonces alcalde de Canfranc y a mi el día que se inauguró el túnel carretero– de presionar a Francia”.

Pero el PP perdió las elecciones en 2004 y el PSOE paralizó la modernización de la línea, salvo el primer tramo, la variante de Huesca, por simples razones urbanísticas y de imagen política del diputado Morlán, entonces ya secretario de Estado de Infraestructuras, en su circunscripción.

La Región Aquitania, mientras tanto, trabajaba seriamente por recuperar la línea. A su impulso se debe la mejora del único tramo en servicio del Canfranc francés, entre Pau y Olorón, y ella sola va a financiar la reapertura en 2013 del tramo Olorón-Bedous, si su Gobierno central no sigue poniéndole pegas. Pero Aquitania y su presidente, Alain Rousset, no han encontrado el apoyo que necesitan en la Diputación General de Aragón y en Marcelino Iglesias, que no solo no han invertido ni un euro de los presupuestos regionales, sino que han intentando por procedimientos innobles acallar las voces críticas que denunciaban la inacción del Gobierno central. De eso sabe mucho el Ayuntamiento de Canfranc y sabemos todavía más en la Coordinadora para la reapertura del ferrocarril Canfranc-Olorón (Crefco).

Hace falta mucha cara para ir a Olorón a proponer que el Canfranc se reabra en 2024, coincidiendo con el centenario de su inauguración, cuando la línea entró en servicio en 1928. Iglesias ya no sabe ni contar.

 

Luis Granell Pérez

Representante de la Fundación Ecología y Desarrollo en Crefco

 

Coordinadora para la Reapertura del Ferrocarril Canfranc-Olorón (CREFCO)

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